¿Quién es Gedeón según la Biblia?
Según la Biblia, concretamente en el libro de Jueces en el Antiguo Testamento, Gedeón aparece como un juez y líder militar de la tribu de Manasés, que libró a los israelitas de los madianitas, un pueblo enemigo que los había oprimido durante muchos años.
¿Cuál es la historia de Gedeón?
La historia de Gedeón se relata en el libro de Jueces, capítulos 6 al 8. Según esta narración bíblica, Dios llamó a Gedeón para que liderara la lucha contra los madianitas, pero Gedeón inicialmente dudó de su capacidad para hacerlo. Sin embargo, Dios le aseguró que estaría con él y lo ayudaría a lograr la victoria.
Gedeón reunió a un ejército de 32,000 hombres para enfrentarse a los madianitas, pero Dios le dijo que este número era demasiado grande. Primero, se les pidió que se retiraran aquellos que tuvieran miedo, y 22,000 hombres se fueron. Luego, Dios ordenó a Gedeón que hiciera que los hombres bebieran agua del río y que se quedara solo con aquellos que bebieran de cierta manera, lo que redujo el número a solo 300 hombres.
Con este pequeño ejército, Gedeón atacó el campamento de los madianitas en la noche y los derrotó. Después de la batalla, Gedeón se negó a convertirse en rey y pidió a los israelitas que adoraran solo a Dios, pero muchos de ellos se volvieron a la idolatría.
Texto bíblico – Jueves 6-8 (RVR1960)
6 Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. 2 Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. 3 Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. 4 Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. 5 Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. 6 De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová.
7 Y cuando los hijos de Israel clamaron a Jehová, a causa de los madianitas, 8 Jehová envió a los hijos de Israel un varón profeta, el cual les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Yo os hice salir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre. 9 Os libré de mano de los egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, a los cuales eché de delante de vosotros, y os di su tierra; 10 y os dije: Yo soy Jehová vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis; pero no habéis obedecido a mi voz.
11 Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. 12 Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. 13 Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. 14 Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? 15 Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. 16 Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre. 17 Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. 18 Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas.
19 Y entrando Gedeón, preparó un cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de aquella encina. 20 Entonces el ángel de Dios le dijo: Toma la carne y los panes sin levadura, y ponlos sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así. 21 Y extendiendo el ángel de Jehová el báculo que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel de Jehová desapareció de su vista. 22 Viendo entonces Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová cara a cara. 23 Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás. 24 Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom;[a] el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas.
25 Aconteció que la misma noche le dijo Jehová: Toma un toro del hato de tu padre, el segundo toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también la imagen de Asera que está junto a él; 26 y edifica altar a Jehová tu Dios en la cumbre de este peñasco en lugar conveniente; y tomando el segundo toro, sacrifícalo en holocausto con la madera de la imagen de Asera que habrás cortado. 27 Entonces Gedeón tomó diez hombres de sus siervos, e hizo como Jehová le dijo. Mas temiendo hacerlo de día, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, lo hizo de noche.
28 Por la mañana, cuando los de la ciudad se levantaron, he aquí que el altar de Baal estaba derribado, y cortada la imagen de Asera que estaba junto a él, y el segundo toro había sido ofrecido en holocausto sobre el altar edificado. 29 Y se dijeron unos a otros: ¿Quién ha hecho esto? Y buscando e inquiriendo, les dijeron: Gedeón hijo de Joás lo ha hecho. Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Joás: 30 Saca a tu hijo para que muera, porque ha derribado el altar de Baal y ha cortado la imagen de Asera que estaba junto a él. 31 Y Joás respondió a todos los que estaban junto a él: ¿Contenderéis vosotros por Baal? ¿Defenderéis su causa? Cualquiera que contienda por él, que muera esta mañana. Si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar. 32 Aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, esto es: Contienda Baal contra él, por cuanto derribó su altar.
33 Pero todos los madianitas y amalecitas y los del oriente se juntaron a una, y pasando acamparon en el valle de Jezreel. 34 Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando este tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él. 35 Y envió mensajeros por todo Manasés, y ellos también se juntaron con él; asimismo envió mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, los cuales salieron a encontrarles.
36 Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, 37 he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho. 38 Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua. 39 Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez; solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra. 40 Y aquella noche lo hizo Dios así; solo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío.
Gedeón derrota a los madianitas
7 Levantándose, pues, de mañana Jerobaal, el cual es Gedeón, y todo el pueblo que estaba con él, acamparon junto a la fuente de Harod; y tenía el campamento de los madianitas al norte, más allá del collado de More, en el valle.
2 Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado. 3 Ahora, pues, haz pregonar en oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase desde el monte de Galaad. Y se devolvieron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil.
4 Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya este contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no vaya contigo, el tal no irá. 5 Entonces llevó el pueblo a las aguas; y Jehová dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, a aquel pondrás aparte; asimismo a cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber. 6 Y fue el número de los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca, trescientos hombres; y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas. 7 Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar. 8 Y habiendo tomado provisiones para el pueblo, y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres; y tenía el campamento de Madián abajo en el valle.
9 Aconteció que aquella noche Jehová le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos. 10 Y si tienes temor de descender, baja tú con Fura tu criado al campamento, 11 y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al campamento. Y él descendió con Fura su criado hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento. 12 Y los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente estaban tendidos en el valle como langostas en multitud, y sus camellos eran innumerables como la arena que está a la ribera del mar en multitud. 13 Cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo soñé un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba abajo, y la tienda cayó. 14 Y su compañero respondió y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento.
15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos. 16 Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, dio a todos ellos trompetas en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros. 17 Y les dijo: Miradme a mí, y haced como hago yo; he aquí que cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros como hago yo. 18 Yo tocaré la trompeta, y todos los que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces las trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡Por Jehová y por Gedeón! 19 Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que llevaba consigo, al extremo del campamento, al principio de la guardia de la medianoche, cuando acababan de renovar los centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos. 20 Y los tres escuadrones tocaron las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y gritaron: ¡Por la espada de Jehová y de Gedeón! 21 Y se estuvieron firmes cada uno en su puesto en derredor del campamento; entonces todo el ejército echó a correr dando gritos y huyendo. 22 Y los trescientos tocaban las trompetas; y Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, y hasta la frontera de Abel-mehola en Tabat. 23 Y juntándose los de Israel, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, siguieron a los madianitas.
24 Gedeón también envió mensajeros por todo el monte de Efraín, diciendo: Descended al encuentro de los madianitas, y tomad los vados de Bet-bara y del Jordán antes que ellos lleguen. Y juntos todos los hombres de Efraín, tomaron los vados de Bet-bara y del Jordán. 25 Y tomaron a dos príncipes de los madianitas, Oreb y Zeeb; y mataron a Oreb en la peña de Oreb, y a Zeeb lo mataron en el lagar de Zeeb; y después que siguieron a los madianitas, trajeron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón al otro lado del Jordán.
Gedeón captura a los reyes de Madián
8 Pero los hombres de Efraín le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho con nosotros, no llamándonos cuando ibas a la guerra contra Madián? Y le reconvinieron fuertemente. 2 A los cuales él respondió: ¿Qué he hecho yo ahora comparado con vosotros? ¿No es el rebusco de Efraín mejor que la vendimia de Abiezer? 3 Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián; ¿y qué he podido yo hacer comparado con vosotros? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra.
4 Y vino Gedeón al Jordán, y pasó él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, mas todavía persiguiendo. 5 Y dijo a los de Sucot: Yo os ruego que deis a la gente que me sigue algunos bocados de pan; porque están cansados, y yo persigo a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián. 6 Y los principales de Sucot respondieron: ¿Están ya Zeba y Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tu ejército? 7 Y Gedeón dijo: Cuando Jehová haya entregado en mi mano a Zeba y a Zalmuna, yo trillaré vuestra carne con espinos y abrojos del desierto. 8 De allí subió a Peniel, y les dijo las mismas palabras. Y los de Peniel le respondieron como habían respondido los de Sucot. 9 Y él habló también a los de Peniel, diciendo: Cuando yo vuelva en paz, derribaré esta torre.
10 Y Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos su ejército como de quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el ejército de los hijos del oriente; pues habían caído ciento veinte mil hombres que sacaban espada. 11 Subiendo, pues, Gedeón por el camino de los que habitaban en tiendas al oriente de Noba y de Jogbeha, atacó el campamento, porque el ejército no estaba en guardia. 12 Y huyendo Zeba y Zalmuna, él los siguió; y prendió a los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna, y llenó de espanto a todo el ejército.
13 Entonces Gedeón hijo de Joás volvió de la batalla antes que el sol subiese, 14 y tomó a un joven de los hombres de Sucot, y le preguntó; y él le dio por escrito los nombres de los principales y de los ancianos de Sucot, setenta y siete varones. 15 Y entrando a los hombres de Sucot, dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, acerca de los cuales me zaheristeis, diciendo: ¿Están ya en tu mano Zeba y Zalmuna, para que demos nosotros pan a tus hombres cansados? 16 Y tomó a los ancianos de la ciudad, y espinos y abrojos del desierto, y castigó con ellos a los de Sucot. 17 Asimismo derribó la torre de Peniel, y mató a los de la ciudad.
18 Luego dijo a Zeba y a Zalmuna: ¿Qué aspecto tenían aquellos hombres que matasteis en Tabor? Y ellos respondieron: Como tú, así eran ellos; cada uno parecía hijo de rey. 19 Y él dijo: Mis hermanos eran, hijos de mi madre. ¡Vive Jehová, que si les hubierais conservado la vida, yo no os mataría! 20 Y dijo a Jeter su primogénito: Levántate, y mátalos. Pero el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues era aún muchacho. 21 Entonces dijeron Zeba y Zalmuna: Levántate tú, y mátanos; porque como es el varón, tal es su valentía. Y Gedeón se levantó, y mató a Zeba y a Zalmuna; y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.
22 Y los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián. 23 Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros. 24 Y les dijo Gedeón: Quiero haceros una petición; que cada uno me dé los zarcillos de su botín (pues traían zarcillos de oro, porque eran ismaelitas). 25 Ellos respondieron: De buena gana te los daremos. Y tendiendo un manto, echó allí cada uno los zarcillos de su botín. 26 Y fue el peso de los zarcillos de oro que él pidió, mil setecientos siclos de oro, sin las planchas y joyeles y vestidos de púrpura que traían los reyes de Madián, y sin los collares que traían sus camellos al cuello. 27 Y Gedeón hizo de ellos un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ofra; y todo Israel se prostituyó tras de ese efod en aquel lugar; y fue tropezadero a Gedeón y a su casa. 28 Así fue subyugado Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más volvió a levantar cabeza. Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón.
29 Luego Jerobaal hijo de Joás fue y habitó en su casa. 30 Y tuvo Gedeón setenta hijos que constituyeron su descendencia, porque tuvo muchas mujeres. 31 También su concubina que estaba en Siquem le dio un hijo, y le puso por nombre Abimelec. 32 Y murió Gedeón hijo de Joás en buena vejez, y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas.
33 Pero aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit. 34 Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor; 35 ni se mostraron agradecidos con la casa de Jerobaal, el cual es Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.
Estudio bíblico sobre Gedeón en Jueces 6-8
El relato de Gedeón en Jueces 6-8 es una de las historias más emocionantes y motivadoras del Antiguo Testamento. En este relato, vemos cómo Dios usa a un hombre común y corriente para liberar a su pueblo de la opresión. En este estudio bíblico, exploraremos el relato de Gedeón versículo por versículo para descubrir las verdades y lecciones que se pueden aplicar a nuestras vidas hoy en día.
Versículo 6:1: «Hicieron los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años».
Este versículo establece el contexto histórico de la historia de Gedeón. Los israelitas habían caído en la idolatría y la desobediencia a Dios, lo que resultó en su opresión por parte de los madianitas durante siete años. Este versículo también nos enseña que la desobediencia a Dios conduce a la opresión y la esclavitud.
Versículos 6:2-6: «Y la mano de Madián prevaleció contra Israel; y por causa de los madianitas, los hijos de Israel hicieron para sí las cuevas que están en los montes, las cavernas y los lugares fortificados. Porque sucedía que cuando sembraban los de Israel, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. Poniéndose en campamento contra ellos, destruían el fruto de la tierra hasta llegar a Gaza, y no dejaban en Israel mantenimiento alguno, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en gran multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables, y entraban en la tierra para destruirla. Así se empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová».
Estos versículos nos muestran la difícil situación que enfrentaban los israelitas. Los madianitas y otros pueblos enemigos venían en grandes cantidades y destruían los cultivos, el ganado y todo lo que tenían. Los israelitas estaban empobrecidos y desesperados, lo que los llevó a clamar a Dios en busca de ayuda.
Versículos 6:7-10: «Y aconteció que cuando los hijos de Israel clamaron a Jehová a causa de Madián, Jehová les envió un profeta que les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre, y os libré de mano de los egipcios y de mano de todos los que os oprimieron. Os eché de delante de ellos, y os di su tierra. Y os dije: Yo soy Jehová vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Pero no me habéis obedecido».
En estos versículos, vemos que Dios responde al clamor de su pueblo enviándoles un profeta. El profeta les recuerda la fidelidad de Dios al liberarlos de la esclavitud en Egipto y darles la tierra de Canaán. Sin embargo, también les recuerda que han desobedecido a Dios al seguir a los dioses de los amorreos en lugar de seguir a Jehová, su Dios. Este es un recordatorio para nosotros de que debemos obedecer a Dios y seguir sus mandamientos si queremos experimentar su bendición en nuestras vidas.
Versículos 6:11-13: «Vino luego el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que estaba en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas». En estos versículos, vemos a Gedeón trabajando en el lagar para ocultar el trigo de los madianitas. Es allí donde el ángel de Jehová se le aparece y le llama un «varón esforzado y valiente». Gedeón responde con desánimo, preguntando por qué Dios los ha abandonado en medio de su sufrimiento. Esto es algo con lo que muchos de nosotros podemos identificarnos cuando enfrentamos dificultades en nuestra vida. Sin embargo, es importante recordar que Dios siempre está con nosotros, incluso en los momentos más difíciles.
Versículos 6:14-16: «Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Y le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. Y Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre». En estos versículos, Dios llama a Gedeón para ser el líder de la liberación de su pueblo. Gedeón duda de su capacidad para hacerlo debido a su posición social y económica, pero Dios le asegura que estará con él y lo guiará en la victoria sobre los madianitas. Este es un recordatorio para nosotros de que Dios no llama a los más poderosos o influyentes, sino que usa a cualquiera que esté dispuesto a confiar en él y seguir su dirección.
Versículos 6:17-21: «Y él le dijo: Si he hallado gracia en tus ojos, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo. No te apartes de aquí, te ruego, hasta que vuelva a presentarme delante de ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas. Entonces entró Gedeón, y preparó un cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de la encina. Y el ángel de Dios le dijo: Toma la carne y los panes sin levadura, y ponlos sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así».
Aquí, Gedeón pide una señal a Dios de que es realmente el ángel de Jehová quien habla con él. Dios pacientemente concede su petición y Gedeón presenta una ofrenda de cabrito y pan sin levadura. La respuesta de Dios es decirle a Gedeón que coloque la carne y los panes sobre una peña y vierta el caldo sobre ellos. Este acto es simbólico de la aceptación de la ofrenda por parte de Dios y es una confirmación de su llamado a liderar a su pueblo.
Versículos 6:22-24: «Entonces Gedeón, viendo que era el ángel de Jehová, dijo: ¡Ah, Señor Jehová! que he visto al ángel de Jehová cara a cara. Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás. Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom, el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas».
En estos versículos, Gedeón se da cuenta de que ha visto al ángel de Jehová cara a cara. Este es un evento raro en la Biblia y demuestra la importancia y el significado del llamado de Gedeón. Dios tranquiliza a Gedeón y le asegura que no morirá. Como resultado, Gedeón construye un altar a Jehová y lo llama Jehová-salom, que significa «Jehová es paz». Este nombre es un recordatorio de la presencia y el poder de Dios en medio de la guerra y el conflicto.
Versículos 6:25-32: «Aconteció en aquella misma noche, que Jehová le dijo: Toma el toro de vacas de tu padre, y otro segundo toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también el poste ídolo que está junto a él. Y edificarás luego un altar a Jehová tu Dios sobre la cumbre de este peñasco, en lugar conveniente; y tomando el segundo toro, ofrecerás holocausto con la leña del poste ídolo que habrás cortado. Gedeón tomó diez hombres de entre sus siervos, e hizo como Jehová le había dicho; pero como temía hacerlo de día, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, lo hizo de noche. Y madrugando los hombres de la ciudad, he aquí que estaba derribado el altar de Baal, y cortado el poste ídolo que estaba junto a él, y el segundo toro ofrecido en holocausto en el altar que había sido edificado. Y se dijeron unos a otros: ¿Quién ha hecho esto? Y buscando e inquiriendo, les dijeron: Gedeón hijo de Joás ha hecho esto. Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Joás: Saca a tu hijo, para que muera; porque ha derribado el altar de Baal, y ha cortado el poste ídolo que estaba junto a él. Y Joás respondió a todos los que estaban junto a él: ¿Contenderéis vosotros por Baal? ¿Salvaréis vosotros a Baal? Cualquiera que contienda por él, muera antes de mañana. Si Baal es dios, contienda por sí mismo, pues han derribado su altar. Aquel día llamó Gedeón Jerobaal, diciendo: Contienda contra él Baal, por haber derribado él su altar».
En estos versículos, Dios le da a Gedeón la tarea de derribar el altar de Baal que su padre poseía y construir un altar a Jehová en su lugar. Gedeón tiene miedo de hacerlo durante el día, por lo que lo hace durante la noche con la ayuda de diez hombres. Cuando los habitantes de la ciudad se dan cuenta de lo que ha sucedido, quieren matar a Gedeón, pero su padre Joás defiende su acción y pregunta si ellos realmente lucharían por Baal si es un dios verdadero. Gedeón es llamado Jerobaal, que significa «Contienda contra él, Baal», en referencia a la lucha entre el verdadero Dios y los dioses falsos.
Versículos 6:33-35: «Todos los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente se juntaron, y pasando acamparon en el valle de Jezreel. Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón; y tocando él la trompeta, los abiezeritas se juntaron en pos de él. Y envió mensajeros por toda Manasés, los cuales también se juntaron en pos de él; asimismo envió mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, los cuales salieron a encontrarles».
Estos versículos nos muestran cómo el Espíritu de Jehová viene sobre Gedeón, preparándolo para liderar a su pueblo en la batalla contra los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente. Gedeón toca la trompeta para convocar a los abiezeritas a su lado y luego envía mensajeros para convocar a los hombres de las tribus de Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí para unirse a la lucha.
Versículos 6:36-40: «Entonces dijo Gedeón a Dios: Si has de salvar por mi mano a Israel, como has dicho, he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás por mi mano a Israel, como lo has dicho. Y aconteció así; y levantándose de mañana temprano, exprimió el vellón, y sacó del vellón el rocío, un tazón lleno de agua. Y volvió Gedeón a decir a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si hablare sólo esta vez; ruégote que solamente esta vez pruebe yo con el vellón: que solamente el vellón quede seco, y sobre toda la tierra haya rocío. Y Dios hizo así aquella noche; y solamente el vellón quedó seco, y sobre toda la tierra hubo rocío».
Estos versículos relatan la prueba de Gedeón con el vellón de lana. Gedeón pide a Dios que le muestre una señal de que realmente será salvado por su mano, y Dios acepta su petición. En la primera prueba, Gedeón coloca el vellón en la era y pide que si Dios realmente lo salvará, entonces solo el vellón estará húmedo y el resto del suelo estará seco. Dios hace que esto suceda. En la segunda prueba, Gedeón pide que si Dios realmente lo salvará, entonces solo el vellón estará seco y todo lo demás estará húmedo. Dios también hace que esto suceda. Estas pruebas demuestran la fe de Gedeón en Dios y su deseo de asegurarse de que está siguiendo la voluntad de Dios.
Versículos 7:1-8: «Jerobaal, que es Gedeón, se levantó, y todo el pueblo que estaba con él, y acamparon junto a la fuente de Harod; y tenía el campamento de los madianitas al norte, más allá del collado de More, en el valle. Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en sus manos, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado. Ahora, pues, haz pregonar en oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase desde el monte de Galaad. Y se devolvieron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil. Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya éste contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no vaya contigo, el tal no irá. Y llevó el pueblo a las aguas; y Jehová dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, a aquel pondrás aparte; asimismo a cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber. Y fue el número de los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca, trescientos hombres; y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas. Y Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar».
Estos versículos nos hablan de la estrategia de Dios para reducir el número de soldados de Gedeón en la batalla contra los madianitas.
Primero, Dios le dice a Gedeón que el número de soldados es demasiado grande para que Él pueda entregar a los madianitas en sus manos, porque si lo hace, el pueblo de Israel podría atribuir la victoria a su propia habilidad en lugar de a la ayuda de Dios. Dios le dice a Gedeón que anuncie a su pueblo que cualquiera que tenga miedo o esté temblando debe irse a casa. Veintidós mil soldados se van y solo quedan diez mil. Pero Dios aún no está satisfecho con el número de soldados, así que les dice a Gedeón que los lleve a un río y que aquellos que lamen el agua con sus manos para beber, en lugar de inclinarse para beber directamente del río, deben ser elegidos para la batalla. Solo trescientos hombres hacen esto, y son estos hombres los que Dios selecciona para luchar contra los madianitas.
Este pasaje muestra la estrategia de Dios para demostrar su poder y capacidad para salvar a través de una pequeña fuerza en lugar de una gran fuerza. Dios quería asegurarse de que Israel no atribuyera la victoria a sus propias habilidades militares o estratégicas, sino que reconociera que fue Dios quien les dio la victoria. También muestra cómo Dios puede tomar decisiones que parecen contrarias a la lógica humana para lograr sus propósitos.
Versículos 7:9-18: «Aconteció que la misma noche dijo Jehová a Gedeón: Levántate, y desciende al campamento, porque yo lo he entregado en tus manos. Mas si tienes miedo de descender, baja tú con Fura tu criado al campamento, y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán para entrar en el campamento. Y él y Fura su criado descendieron hasta el extremo de los centinelas que estaban en el campamento. Y los madianitas, los amalecitas y todos los hijos del oriente estaban tendidos en el valle como langostas en multitud, y sus camellos eran innumerables como la arena que está a la ribera del mar en multitud. Y cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo soñé un sueño, y veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y que llegaba a la tienda, y la golpeaba de tal manera que caía, y la trastornaba de arriba abajo, y la tienda quedaba caída. Y respondió su compañero y dijo: No es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel; en su mano ha entregado Dios a Madián y a todo el campamento. Cuando Gedeón oyó la narración del sueño y su interpretación, adoró, y volvió al campamento de Israel, y dijo: Levantaos, porque Jehová ha entregado en vuestras manos el campamento de Madián».
En estos versículos, Dios le da a Gedeón la confianza que necesita para liderar a su pequeño ejército contra los madianitas. Dios le dice que descienda al campamento enemigo, y si tiene miedo de hacerlo solo, que lleve a su criado Fura con él. Una vez allí, Gedeón escucha a dos madianitas hablando sobre un sueño que uno de ellos tuvo. En el sueño, un pan de cebada rueda hacia el campamento de Madián y golpea la tienda del líder, haciendo que se derrumbe. El otro madianita interpreta el sueño como la victoria de Gedeón y el ejército de Israel sobre Madián.
Este pasaje muestra cómo Dios puede usar señales y símbolos para mostrar su poder y para fortalecer la fe de su pueblo. También muestra cómo Dios puede usar a personas fuera del pueblo de Israel para llevar a cabo sus propósitos. En este caso, Dios usa el sueño de un madianita para darle a Gedeón la confianza que necesita para liderar a su ejército a la victoria.
Versículos 8:4-21: «Y llegando Gedeón al Jordán, pasó él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, mas todavía persiguiendo. Y dijo a los de Sucot: Yo os ruego que me deis un poco de pan para comer. Mas los príncipes de Sucot respondieron: ¿Está ya en tu mano Zeba y Zalmuna, para que demos pan a tu ejército? Entonces dijo Gedeón: Pues cuando Jehová haya entregado en mi mano a Zeba y a Zalmuna, yo trillaré vuestra carne con espinos del desierto y con abrojos. Y subiendo de allí, llegó a Penuel, y les habló de la misma manera; y los de Penuel le respondieron como los de Sucot. Y él dijo también a los de Penuel: Cuando yo vuelva en paz, derribaré esta torre. Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos sus ejércitos, como una multitud de langostas, numerosa en extremo; y sus camellos eran innumerables, como la arena que está a la ribera del mar en multitud. Y llegando Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo he soñado un sueño, y veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y que llegaba a la tienda, y la golpeaba de tal manera que caía, y la trastornaba de arriba abajo, y la tienda quedaba caída. Y respondió su compañero y dijo: No es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel; en su mano ha entregado Dios a Madián y a todo el campamento. Cuando Gedeón oyó la narración del sueño y su interpretación, adoró, y volvió al campamento de Israel, y dijo: Levantaos, porque Jehová ha entregado en vuestras manos el campamento de Madián».
En estos versículos, Gedeón y su ejército continúan persiguiendo a los madianitas, y Gedeón busca ayuda y sustento en las ciudades de Sucot y Penuel, pero ambas le niegan su petición. En lugar de ser desanimado, Gedeón profetiza que cuando Jehová entregue a Zeba y Zalmuna en su mano, castigará a los príncipes de Sucot y Penuel. Finalmente, Gedeón y su ejército llegan al campamento de Madián, donde escuchan a dos madianitas hablando sobre un sueño que uno de ellos tuvo. El sueño es interpretado como la victoria de Gedeón y su ejército sobre Madián, lo que fortalece la confianza de Gedeón en la victoria que Dios le ha prometido.
Este pasaje nos muestra la importancia de confiar en Dios incluso cuando las circunstancias parecen estar en contra nuestra. Gedeón enfrenta la negativa de las ciudades de Sucot y Penuel, y enfrenta un gran ejército de madianitas, pero sigue adelante confiando en que Dios lo guiará a la victoria. También se muestra la importancia de ser humilde y estar dispuesto a aceptar la ayuda de los demás, como lo hizo Gedeón cuando buscó ayuda y sustento en las ciudades cercanas.
Versículos 8:22-35: «Y los hombres de Israel dijeron a Gedeón: Señoree sobre nosotros tú, y tu hijo, y el hijo de tu hijo; porque nos has librado de mano de Madián. Y les dijo Gedeón: No señorearé sobre vosotros, ni mi hijo señoreará sobre vosotros; Jehová señoreará sobre vosotros. Y les dijo Gedeón: Quiero haceros una petición: que cada uno de vosotros me dé los zarcillos de su botín (pues traían zarcillos de oro, por cuanto eran ismaelitas). Y ellos dijeron: De buena gana los daremos. Y extendieron una capa, y echó cada uno allí los zarcillos de su botín. Y el peso de los zarcillos de oro que pidió Gedeón fue de setecientos siclos de oro, sin las joyas, ni los collares, ni los vestidos de púrpura que traían los reyes de Madián, ni las cadenillas que traían en los cuellos sus camellos. Y Gedeón hizo de ellos un efod, el cual puso en su ciudad, en Ofra; y todo Israel fue en pos de él allí, y se prostituyó en pos de aquel efod; y fue por tropezadero a Gedeón y a su casa. Fue, pues, sojuzgado Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más volvieron a alzarse; y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón. Y murió Joás, y fue sepultado en Ofra de los abiezeritas. Y aconteció que cuando Joás murió, se volvieron los hijos de Israel y se prostituyeron en pos de los baales, y pusieron por dios a Baal-berit. Y se olvidaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todas las manos de sus enemigos de alrededor. Y no usaron los hijos de Israel de misericordia con la casa de Jerobaal, esto es, Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel».
En estos versículos, Gedeón rechaza la oferta de ser el líder de Israel y en su lugar pide a los israelitas que le den los zarcillos de oro que tomaron como botín de los madianitas. Con estos zarcillos, Gedeón hace un efod, que es un objeto utilizado en la adoración religiosa, y lo coloca en su ciudad, Ofra. Desafortunadamente, el pueblo de Israel empieza a adorar el efod y se aparta de Dios. Esta actitud hacia el efod se convierte en un obstáculo para la fe de los israelitas y termina siendo una fuente de tentación para la idolatría.
La historia de Gedeón termina con la muerte de Joás y la vuelta de los israelitas a la idolatría. A pesar de las victorias de Gedeón, la falta de fe y la inclinación a la idolatría del pueblo de Israel demuestra que la liberación de los enemigos externos no es suficiente para mantener la fe y la devoción a Dios. La historia de Gedeón nos muestra la importancia de la humildad y la confianza en Dios, así como el peligro de la idolatría y la tentación de confiar en objetos o ritos religiosos en lugar de en Dios.
Soy Leonardo A. González, creo firmemente que todos merecen conocer la belleza y la sabiduría que se encuentran en la Biblia, y estoy comprometido en difundir ese mensaje de amor y esperanza a través de mis escritos.