El mal procede del corazón humano
La Biblia tiene mucho que decir sobre las personas que te hacen daño. En primer lugar, nos enseña que el mal proviene del corazón humano. En Mateo 15:19, Jesús dice: «Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias».
Según la Biblia existen tres tipos de mal:
El mal moral, el mal natural y el mal involuntario. El mal moral es aquel que se comete con intención, como el asesinato o el robo. El mal natural es aquel que ocurre sin la intervención humana, como los desastres naturales, y el mal involuntario es aquel que se comete sin intención, como un accidente.
La Biblia nos enseña que Dios es justo y que juzgará a cada uno según sus obras. El castigo para el mal moral es la muerte eterna, a menos que haya arrepentimiento sincero. El mal natural es una consecuencia del pecado original y que Dios permitió que ocurriera como resultado de la caída del hombre. Sobre el mal no voluntario, la Biblia no habla específicamente sobre su castigo, pero nos enseña que Dios es misericordioso y que perdona a aquellos que se arrepienten de sus pecados.
El peligro de juzgar a los demás y no ver el propio pecado
Es cierto que a menudo tendemos a ver el mal en los demás, pero no en nosotros mismos. Jesús nos enseña en Mateo 7:3-5: «¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: “Déjame sacar la paja de tu ojo”, cuando tienes la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la paja del ojo de tu hermano».
Como cristianos, debemos preocuparnos más por no hacer el mal y pedir perdón por el que hemos hecho, en lugar de juzgar a los demás. En Romanos 12:17-19, se nos dice: «No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, si no dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor».
ENTRADAS RELACIONADAS
Soy Leonardo A. González, creo firmemente que todos merecen conocer la belleza y la sabiduría que se encuentran en la Biblia, y estoy comprometido en difundir ese mensaje de amor y esperanza a través de mis escritos.