¿Qué es el pecado mortal?

El pecado mortal es una falta grave contra la ley de Dios, que implica el rechazo voluntario y consciente de su amor y de su gracia.

pecado mortal

El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre, lo separa de Dios y lo condena al castigo eterno, si no se arrepiente antes de morir. 

Condiciones para que un pecado sea pecado mortal

Según el catecismo de la iglesia católica, estas serían las tres condiciones para que un pecado pueda ser considerado pecado mortal:

  • Materia grave: Se refiere a los mandamientos de Dios y a los preceptos de la Iglesia, que son los principales deberes del hombre para con Dios y para con el prójimo. La materia grave se especifica por los diez mandamientos, según la respuesta de Jesús al joven rico: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre” (Mt 19,18-19). Un ejemplo de materia grave sería el homicidio, que atenta contra el quinto mandamiento y contra el derecho a la vida de otra persona.
  • Pleno conocimiento: Supone que el hombre conoce la naturaleza pecaminosa del acto, de su oposición a la ley de Dios y de las consecuencias que acarrea. El conocimiento puede ser afectado por la ignorancia, el error, la duda, la pasión, el hábito, el ambiente, la presión social, etc. Sin embargo, la ignorancia no es siempre invencible, y el hombre tiene el deber de formar su conciencia y de buscar la verdad. Un ejemplo de pleno conocimiento sería el adulterio, que implica una infidelidad consciente y voluntaria al compromiso matrimonial, que ofende al sexto mandamiento y al amor conyugal.
  • Deliberado consentimiento: Implica que el hombre elige libremente el mal, sabiendo y queriendo lo que hace. El consentimiento puede ser viciado por la violencia, el miedo, la coacción, etc. Sin embargo, el hombre siempre conserva una cierta libertad interior, y puede resistir al pecado con la ayuda de la gracia de Dios. Un ejemplo de deliberado consentimiento sería el robo, que supone una apropiación injusta de los bienes ajenos, que viola el séptimo mandamiento y el respeto a la propiedad.

Ejemplos de pecados mortales

Los pecados mortales son aquellos que violan gravemente los mandamientos de Dios y de la Iglesia, que son los principales deberes del hombre para con Dios y para con el prójimo. Algunos ejemplos de pecados mortales son:

  • La apostasía, la herejía y el cisma, que son las negaciones o las rupturas de la fe.
  • La blasfemia, el perjurio y la violación del nombre de Dios, que son las ofensas contra el honor y el respeto que se le debe.
  • La idolatría, la superstición, la adivinación, la magia, el espiritismo y la irreligión, que son las perversiones o las negaciones del culto que se le debe.
  • El homicidio, el aborto, la eutanasia, el suicidio, la violencia, el terrorismo y la guerra injusta, que son las agresiones contra la vida humana.
  • El adulterio, la fornicación, la pornografía, la prostitución, la masturbación, la homosexualidad y la anticoncepción, que son las transgresiones contra la castidad y la dignidad sexual.
  • El robo, la estafa, el fraude, la usura, la corrupción, el soborno y la injusticia, que son las violaciones contra la propiedad y los derechos ajenos.
  • La mentira, la calumnia, la difamación, el juicio temerario, la maledicencia y la murmuración, que son las faltas contra la verdad y la reputación del prójimo.
  • La envidia, la avaricia, la soberbia, la ira, la pereza, la gula y la lujuria, que son los vicios capitales que engendran otros pecados.

Origen del término pecado mortal

El término pecado mortal proviene de la traducción latina del Nuevo Testamento, donde se usa la expresión griega hamartia pros thanaton, que significa “pecado para la muerte” (1 Jn 5,16). Esta expresión se contrapone a hamartia me pros thanaton, que significa “pecado no para la muerte” (1 Jn 5,17), y que se refiere al pecado venial, que no rompe la comunión con Dios, sino que la debilita.

La distinción entre pecado mortal y pecado venial se basa en la doctrina bíblica de que hay pecados que excluyen del reino de Dios (1 Cor 6,9-10; Gal 5,19-21; Ap 21,8; 22,15) y que requieren una conversión radical y una penitencia sacramental para obtener el perdón (Lc 13,3.5; 15,18; Hch 2,38; 8,22; 26,20). Estos pecados son llamados mortales porque causan la muerte del alma, es decir, la pérdida de la gracia santificante, que es la vida sobrenatural del hombre.

La tradición de la Iglesia católica ha recogido y desarrollado esta enseñanza bíblica, distinguiendo entre pecados mortales, que ofenden gravemente a Dios y al prójimo, y pecados veniales, que ofenden levemente a Dios y al prójimo. Los padres de la Iglesia, los concilios y los teólogos han explicado los criterios para determinar la gravedad de un pecado, así como los medios para evitarlo y remediarlo.

¿Puedo ser perdonado de un pecado mortal?

Sí, puedes ser perdonado de un pecado mortal, si te arrepientes sinceramente de haberlo cometido, si lo confiesas sacramentalmente a un sacerdote, si tienes el propósito de enmendarte y de reparar el daño causado, y si recibes la absolución en el nombre de Cristo, que murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación (Rm 4,25).

Dios es rico en misericordia y no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (Ez 18,23). Él te espera con los brazos abiertos, como el padre del hijo pródigo, que lo recibió con alegría y le hizo fiesta (Lc 15,11-32). Él te ofrece su gracia y su Espíritu para que puedas renacer a una vida nueva, en la que puedas amarlo con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, y amar a tu prójimo como a ti mismo (Mc 12,30-31).

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