A primera vista, el cristianismo y la nueva era podrían parecer movimientos compatibles, ya que ambos se interesan por la dimensión espiritual de la existencia, por el bienestar integral de la persona y por la transformación del mundo.
Sin embargo, un análisis más profundo revela que existen profundas diferencias y contradicciones entre ambos, que afectan a cuestiones fundamentales como la concepción de Dios, de Jesucristo, de la persona humana, de la salvación, de la moral y de la historia.
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Estas diferencias y contradicciones suponen un desafío y un peligro para la fe y la vida de los cristianos, que deben estar atentos y formados para discernir y rechazar las propuestas engañosas de la nueva era.
¿Qué es la Nueva Era?
La nueva era no es una religión organizada ni una institución definida, sino más bien un fenómeno social y cultural, que se manifiesta en una variedad de formas y expresiones. Se trata de un movimiento difuso y descentralizado, que carece de una autoridad, una estructura y una doctrina comunes, y que se basa en la libertad y la subjetividad de cada individuo.
La nueva era se inspira en una serie de fuentes y corrientes, que se remontan al esoterismo y al ocultismo de los siglos XVIII y XIX, y que se han ido mezclando y adaptando a lo largo del tiempo. Entre estas fuentes y corrientes se pueden mencionar el gnosticismo, la teosofía, la antroposofía, el rosacrucismo, la masonería, el espiritismo, el orientalismo, el neopaganismo, el movimiento del potencial humano, la psicología transpersonal, la ecología profunda, la ufología y el feminismo.
La nueva era se caracteriza por tener una visión panteísta y monista de la realidad, según la cual todo es divino y todo es uno. Dios no es un ser personal y trascendente, sino una energía o una conciencia cósmica, que impregna y constituye todo lo que existe. La persona humana es una chispa o una manifestación de esa divinidad, que debe despertar y desarrollar su potencial ilimitado. La salvación no es un don gratuito de Dios, sino una conquista personal, que se logra mediante la autoconciencia, la meditación, la canalización, la reencarnación, la astrología, la numerología, el tarot, los cristales, los ángeles, los maestros ascendidos y otras técnicas y prácticas esotéricas. La moral no se basa en una ley objetiva y universal, sino en una ética relativa y situacional, que depende de la intuición y el sentimiento de cada uno. La historia no tiene un sentido ni un fin, sino que está sujeta a ciclos y a cambios de era, que dependen de la alineación de los astros y de la evolución de la conciencia humana.
La nueva era se presenta como una respuesta a la crisis de la modernidad y a la insatisfacción de la sociedad occidental, que se siente vacía y desorientada ante los problemas y los desafíos del mundo actual. La nueva era ofrece una visión optimista y esperanzadora, que promete una transformación personal y global, basada en el despertar de la conciencia, la armonía con la naturaleza, la paz con los demás y la integración de todas las religiones y culturas. La nueva era anuncia el advenimiento de una nueva era de luz y de amor, la era de Acuario, que sustituirá a la actual era de oscuridad y de conflicto, la era de Piscis.
¿Cómo responder desde el cristianismo?
El cristianismo, ante el desafío y el peligro de la nueva era, no puede permanecer indiferente ni pasivo, sino que debe reaccionar con firmeza y claridad, defendiendo y proponiendo su fe y su identidad. Para ello, se requieren algunos criterios y orientaciones, que se pueden resumir en los siguientes puntos:
- Conocer y profundizar en la propia fe cristiana, que es la fuente de la verdad y de la vida, y que ofrece una respuesta integral y satisfactoria a las necesidades y aspiraciones del ser humano. Estudiar la Biblia, la doctrina, la historia y la espiritualidad cristianas, y participar en la vida sacramental y comunitaria de la Iglesia, son medios indispensables para fortalecer la fe y evitar el engaño y la confusión
- Conocer y discernir las creencias y prácticas de la nueva era, que son contrarias y opuestas a la fe cristiana, y que implican una negación de Dios, de Jesucristo, de la persona humana, de la salvación, de la moral y de la historia. Estar alerta y prevenido ante las ofertas y propuestas de la nueva era, que se presentan con un lenguaje ambiguo y seductor, y que se infiltran en diversos ámbitos de la cultura y de la sociedad.
- Rechazar y denunciar las falsedades y los errores de la nueva era, que son una amenaza y un obstáculo para la fe y la vida cristianas, y que conducen al error y a la perdición. No participar ni colaborar en ninguna actividad o iniciativa de la nueva era, ni aceptar ni difundir ninguna literatura o material de la nueva era. No dejarse influir ni manipular por las modas o las presiones de la nueva era, ni comprometer ni relativizar la propia fe cristiana.
- Testimoniar y anunciar la verdad y el amor de Dios, que se han manifestado plenamente en Jesucristo, y que son la fuente de la esperanza y de la alegría. Mostrar con la palabra y con la obra la belleza y la coherencia de la fe cristiana, y la plenitud y la felicidad que ofrece. Dialogar y evangelizar con respeto y caridad a las personas que se sienten atraídas o involucradas en la nueva era, y ofrecerles el acompañamiento y la ayuda necesarios para que conozcan y abracen a Cristo.
Prácticas de la New Age
Te comparto una tabla de algunas de las prácticas y creencias New Age, para que puedas identificarlas rápidamente
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Soy Leonardo A. González, creo firmemente que todos merecen conocer la belleza y la sabiduría que se encuentran en la Biblia, y estoy comprometido en difundir ese mensaje de amor y esperanza a través de mis escritos.