Poesías de San Juan de la Cruz

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poesias de san juan de la cruz

CANTICO ESPIRITUAL (CA)

Canciones entre el alma y el Esposo

Esposa

  1. ¿Adónde te escondiste,
    Amado, y me dejaste con gemido?
    Como el ciervo huiste,
    habiéndome herido;
    salí tras ti clamando, y eras ido.
  2. Pastores, los que fuerdes
    allá por las majadas al otero:
    si por ventura vierdes
    aquel que yo más quiero,
    decidle que adolezco, peno y muero.
  3. Buscando mis amores,
    iré por esos montes y riberas;
    ni cogeré las flores,
    ni temeré las fieras,
    y pasaré los fuertes y fronteras.

Pregunta a las criaturas

  1. ¡Oh bosques y espesuras,
    plantadas por la mano del Amado!
    ¡Oh prado de verduras,
    de flores esmaltado!
    Decid si por vosotros ha pasado.

Respuesta de las criaturas

  1. Mil gracias derramando
    pasó por estos Sotos con presura,
    e, yéndolos mirando,
    con sola su figura
    vestidos los dejó de su hermosura.

Esposa

  1. ¡Ay, quién podrá sanarme!
    Acaba de entregarte ya de vero:
    no quieras enviarme
    de hoy más ya mensajero,
    que no saben decirme lo que quiero.
  2. Y todos cuantos vagan
    de ti me van mil gracias refiriendo,
    y todos más me llagan,
    y déjame muriendo
    un no sé qué que quedan balbuciendo.
  3. Mas ¿cómo perseveras,
    ¡oh vida!, no viviendo donde vives,
    y haciendo porque mueras
    las flechas que recibes
    de lo que del Amado en ti concibes?
  4. ¿Por qué, pues has llagado
    aqueste corazón, no le sanaste?
    Y, pues me le has robado,
    ¿por qué así le dejaste,
    y no tomas el robo que robaste?
  5. Apaga mis enojos,
    pues que ninguno basta a deshacellos,
    y véante mis ojos,
    pues eres lumbre dellos,
    y sólo para ti quiero tenellos.
  6. ¡Oh cristalina fuente,
    si en esos tus semblantes plateados
    formases de repente
    los ojos deseados
    que tengo en mis entrañas dibujados!
  7. ¡Apártalos, Amado,
    que voy de vuelo!

El Esposo

­Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.

La Esposa

  1. Mi Amado, las montañas,
    los valles solitarios nemorosos,
    las ínsulas extrañas,
    los ríos sonorosos,
    el silbo de los aires amorosos,
  2. la noche sosegada
    en par de los levantes del aurora,
    la música callada,
    la soledad sonora,
    la cena que recrea y enamora.
  3. Nuestro lecho florido,
    de cuevas de leones enlazado,
    en púrpura tendido,
    de paz edificado,
    de mil escudos de oro coronado.
  4. A zaga de tu huella
    las jóvenes discurren al camino,
    al toque de centella,
    al adobado vino,
    emisiones de bálsamo divino.
  5. En la interior bodega
    de mi Amado bebí, y cuando salía
    por toda aquesta vega,
    ya cosa no sabía;
    y el ganado perdí que antes seguía.
  6. Allí me dio su pecho,
    allí me enseñó ciencia muy sabrosa;
    y yo le di de hecho
    a mí, sin dejar cosa:
    allí le prometí de ser su Esposa.
  7. Mi alma se ha empleado,
    y todo mi caudal en su servicio;
    ya no guardo ganado,
    ni ya tengo otro oficio,
    que ya sólo en amar es mi ejercicio.
  8. Pues ya si en el ejido
    de hoy más no fuere vista ni hallada,
    diréis que me he perdido;
    que, andando enamorada,
    me hice perdidiza, y fui ganada.
  9. De flores y esmeraldas,
    en las frescas mañanas escogidas,
    haremos las guirnaldas
    en tu amor florecidas
    y en un cabello mío entretejidas.
  10. En solo aquel cabello
    que en mi cuello volar consideraste,
    mirástele en mi cuello,
    y en él preso quedaste,
    y en uno de mis ojos te llagaste.
  11. Cuando tú me mirabas
    su gracia en mí tus ojos imprimían;
    por eso me adamabas,
    y en eso merecían
    los míos adorar lo que en ti vían.
  12. No quieras despreciarme,
    que, si color moreno en mi hallaste,
    ya bien puedes mirarme
    después que me miraste,
    que gracia y hermosura en mi dejaste.
  13. Cogednos las raposas,
    que está ya florecida nuestra viña,
    en tanto que de rosas
    hacemos una piña,
    y no parezca nadie en la montiña.
  14. Detente, cierzo muerto;
    ven, austro, que recuerdas los amores,
    aspira por mi huerto,
    y corran sus olores,
    y pacerá el Amado entre las flores.

Esposo

  1. Entrado se ha la esposa
    en el ameno huerto deseado,
    y a su sabor reposa,
    el cuello reclinado
    sobre los dulces brazos deI Amado.
  2. Debajo del manzano,
    allí conmigo fuiste desposada.
    allí te di la mano,
    y fuiste reparada
    donde tu madre fuera violada.
  3. A las aves ligeras,
    leones, ciervos, gamos saltadores,
    montes, valles, riberas,
    aguas, aires, ardores
    y miedos de las noches veladores,
  4. Por las amenas liras
    y canto de serenas os conjuro
    que cesen vuestras iras,
    y no toquéis al muro,
    porque la esposa duerma más seguro.

Esposa

  1. Oh ninfas de Judea!,
    en tanto que en las flores y rosales
    el ámbar perfumea,
    morá en los arrabales,
    y no queráis tocar nuestros umbrales
  2. Escóndete, Carillo,
    y mira con tu haz a las montañas,
    y no quieras decillo;
    mas mira las compañas
    de la que va por ínsulas extrañas

Esposo

  1. La blanca palomica
    al arca con el ramo se ha tornado
    y ya la tortolica
    al socio deseado
    en las riberas verdes ha hallado.
  2. En soledad vivía,
    y en soledad ha puesto ya su nido,
    y en soledad la guía
    a solas su querido,
    también en soledad de amor herido.

Esposa

  1. Gocémonos, Amado,
    y vámonos a ver en tu hermosura
    al monte ó al collado
    do mana el agua pura;
    entremos más adentro en la espesura.
  2. Y luego a las subidas
    cavernas de la piedra nos iremos,
    que están bien escondidas,
    y allí nos entraremos,
    y el mosto de granadas gustaremos
  3. Allí me mostrarías
    aquello que mi alma pretendía,
    y luego me darías
    allí, tú, vida mía,
    aquello que me diste el otro día:
  4. El aspirar del aire,
    el canto de la dulce Filomena,
    el soto y su donaire,
    en la noche serena,
    con llama que consume y no da pena
  5. Que nadie lo miraba,
    Aminadab tampoco parecía,
    y el cerco sosegaba,
    y la caballería
    a vista de las aguas descendía.

NOCHE OSCURA

Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de
la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la
negación espiritual.

  1. En una noche oscura,
    con ansias, en amores inflamada
    ¡oh dichosa ventura!,
    salí sin ser notada
    estando ya mi casa sosegada.
  2. A oscuras y segura,
    por la secreta escala disfrazada,
    ¡Oh dichosa ventura!,
    a oscuras y en celada,
    estando ya mi casa sosegada.
  3. En la noche dichosa
    en secreto, que nadie me veía,
    ni yo miraba cosa,
    sin otra luz y guía
    sino la que en el corazón ardía.
  4. Aquésta me guiaba
    más cierto que la luz del mediodía,
    adonde me esperaba
    quien yo bien me sabía,
    en parte donde nadie parecía.
  5. ¡Oh noche que guiaste!
    ¡Oh noche amable más que la alborada!
    ¡Oh noche que juntaste
    Amado con amada,
    amada en el Amado transformada!
  6. En mi pecho florido
    que entero para él sólo se guardaba,
    allí quedó dormido,
    y yo le regalaba,
    y el ventalle de cedros aire daba
  7. El aire de la almena,
    cuando yo sus cabellos esparcía,
    con su mano serena
    en mi cuello hería
    y todos mis sentidos suspendía.
  8. Quedéme y olvidéme,
    el rostro recliné sobre el Amado,
    cesó todo y dejéme,
    dejando mi cuidado
    entre las azucenas olvidado.

LLAMA DE AMOR VIVA

Canciones del alma en la íntima comunicación,
de unión de amor de Dios.

  1. ¡Oh llama de amor viva,
    que tiernamente hieres
    de mi alma en el más profundo centro!
    Pues ya no eres esquiva,
    acaba ya, si quieres;
    ¡rompe la tela de este dulce encuentro!
  2. ¡Oh cauterio suave!
    ¡Oh regalada llaga!
    ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
    que a vida eterna sabe,
    y toda deuda paga!
    Matando. muerte en vida la has trocado.
  3. ¡Oh lámparas de fuego,
    en cuyos resplandores
    las profundas cavernas del sentido,
    que estaba oscuro y ciego,
    con extraños primores
    calor y luz dan junto a su Querido!
  4. ¡Cuán manso y amoroso
    recuerdas en mi seno,
    donde secretamente solo moras
    y en tu aspirar sabroso,
    de bien y gloria lleno,
    cuán delicadamente me enamoras!

Coplas hechas sobre un éxtasis de harta contemplación.

Entréme donde no supe:
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

  1. Yo no supe dónde estaba,
    pero, cuando allí me vi,
    sin saber dónde me estaba,
    grandes cosas entendí;
    no diré lo que sentí,
    que me quedé no sabiendo,
    toda ciencia trascendiendo.
  2. De paz y de piedad
    era la ciencia perfecta,
    en profunda soledad
    entendida, vía recta;
    era cosa tan secreta,
    que me quedé balbuciendo,
    toda ciencia trascendiendo.
  3. Estaba tan embebido,
    tan absorto y ajenado,
    que se quedó mi sentido
    de todo sentir privado,
    y el espíritu dotado
    de un entender no entendiendo.
    toda ciencia trascendiendo.
  4. El que allí llega de vero
    de sí mismo desfallece;
    cuanto sabía primero
    mucho bajo le parece,
    y Su ciencia tanto crece,
    que se queda no sabiendo,
    toda ciencia trascendiendo.
  5. Cuanto más alto se sube,
    tanto menos se entendía,
    que es la tenebrosa nube
    que a la noche esclarecía:
    por eso quien la sabía
    queda siempre no sabiendo,
    toda ciencia trascendiendo.
  6. Este saber no sabiendo
    es de tan alto poder,
    que los sabios arguyendo
    jamás le pueden vencer;
    que no llega su saber
    a no entender entendiendo,
    toda ciencia trascendiendo.
  7. Y es de tan alta excelencia
    aqueste sumo saber,
    que no hay facultad ni ciencia
    que la puedan emprender;
    quien se supiere vencer
    con un no saber sabiendo,
    irá siempre trascendiendo.
  8. Y, si lo queréis oír,
    consiste esta suma ciencia
    en un subido sentir
    de la divinal esencia;
    es obra de su clemencia
    hacer quedar no entendiendo,
    toda ciencia trascendiendo.

Coplas del alma que pena por ver a Dios.

Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

  1. En mí yo no vivo ya,
    y sin Dios vivir no puedo;
    pues sin él y sin mí quedo,
    este vivir ¿qué será?
    Mil muertes se me hará,
    pues mi misma vida espero,
    muriendo porque no muero.
  2. Esta vida que yo vivo
    es privación de vivir;
    y así, es continuo morir
    hasta que viva contigo.
    Oye, mi Dios, lo que digo:
    que esta vida no la quiero,
    que muero porque no muero.
  3. Estando ausente de ti
    ¿qué vida puedo tener,
    sino muerte padecer
    la mayor que nunca vi?
    Lástima tengo de mí,
    pues de suerte persevero,
    que muero, porque no muero.
  4. El pez que del agua sale
    aun de alivio no carece,
    que en la muerte que padece
    al fin la muerte le vale.
    ¿Qué muerte habrá que se iguale
    a mi vivir lastimero,
    pues si más vivo más muero?
  5. Cuando me pienso aliviar
    de verte en el Sacramento,
    háceme más sentimiento
    el no te poder gozar;
    todo es para más penar
    por no verte como quiero,
    y muero porque no muero.
  6. Y si me gozo, Señor,
    con esperanza de verte,
    en ver que puedo perderte
    se me dobla mi dolor;
    viviendo en tanto pavor
    y esperando como espero,
    muérome porque no muero.
  7. ¡Sácame de aquesta muerte
    mi Dios, y dame la vida;
    no me tengas impedida
    en este lazo tan fuerte;
    mira que peno por verte,
    y mi mal es tan entero,
    que muero porque no muero.
  8. Lloraré mi muerte ya
    y lamentaré mi vida,
    en tanto que detenida
    por mis pecados está.
    ¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será
    cuando yo diga de vero:
    vivo ya porque no muero?

Otras del mismo a lo divino.

Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

  1. Para que yo alcance diese
    a aqueste lance divino,
    tanto volar me convino
    que de vista me perdiese;
    y, con todo, en este trance
    en el vuelo quedé falto;
    mas el amor fue tan alto,
    que le di a la caza alcance.
  2. Cuanto más alto subía
    deslumbróseme la vista,
    y la más fuerte conquista
    en oscuro se hacía;
    mas, por ser de amor el lance
    di un ciego y oscuro salto,
    y fui tan alto, tan alto,
    que le di a la caza alcance.
  3. Cuanto más alto llegaba
    de este lance tan subido,
    tanto más bajo y rendido
    y abatido me hallaba;
    dije: ¡No habrá quien alcance!
    y abatíme tanto, tanto,
    que fui tan alto, tan alto,
    que le di a la caza alcance.
  4. Por una extraña manera
    mil vuelos pasé de un vuelo,
    porque esperanza del cielo
    tanto alcanza cuanto espera;
    esperé solo este lance,
    y en esperar no fui falto,
    pues fui tan alto, tan alto,
    que le di a la caza alcance.

Otras canciones a lo divino de Cristo y el alma.

  1. Un pastorcico solo está penado,
    ajeno de placer y de contento,
    y en su pastora puesto el pensamiento,
    y el pecho del amor muy lastimado.
  2. No llora por haberle amor llagado,
    que no le pena verse así afligido,
    aunque en el corazón está herido;
    mas llora por pensar que está olvidado.
  3. Que sólo de pensar que está olvidado
    de su bella pastora, con gran pena
    se deja maltratar en tierra ajena,
    el pecho del amor muy lastimado.
  4. Y dice el pastorcito: ¡Ay, desdichado
    de aquel que de mi amor ha hecho ausencia
    y no quiere gozar la mi presencia,
    y el pecho por su amor muy lastimado!
  5. Y a cabo de un gran rato se ha encumbrado
    sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos,
    y muerto se ha quedado asido dellos,
    el pecho del amor muy lastimado.

Cantar del alma que se huelga de conocer a Dios por fe.

Qué bien sé yo la fonte que mane y corre,
aunque es de noche.

  1. Aquella eterna fonte está escondida,
    que bien sé yo do tiene su manida,
    aunque es de noche.
  2. Su origen no lo sé, pues no le tiene,
    mas sé que todo origen de ella tiene,
    aunque es de noche.
  3. Sé que no puede ser cosa tan bella,
    y que cielos y tierra beben de ella,
    aunque es de noche.
  4. Bien sé que suelo en ella no se halla,
    y que ninguno puede vadealla,
    aunque es de noche.
  5. Su claridad nunca es oscurecida,
    y sé que toda luz de ella es venida,
    aunque es de noche.
  6. Sé ser tan caudalosos sus corrientes.
    que infiernos, cielos riegan y las gentes,
    aunque es de noche.
  7. El corriente que nace de esta fuente
    bien sé que es tan capaz y omnipotente,
    aunque es de noche.
  8. El corriente que de estas dos procede
    sé que ninguna de ellas le precede,
    aunque es de noche.
  9. Aquesta eterna fonte está escondida
    en este vivo pan por darnos vida,
    aunque es de noche.
  10. Aquí se está llamando a las criaturas,
    y de esta agua se hartan, aunque a oscuras
    porque es de noche.
  11. Aquesta viva fuente que deseo,
    en este pan de vida yo la veo,
    aunque es de noche.

ROMANCES

1º Romance sobre el Evangelio «In principio erat Verbum», acerca de la Santísima Trinidad.

  1. En el principio moraba
    el Verbo, y en Dios vivía,
    en quien su felicidad
    infinita poseía.
  2. El mismo Verbo Dios era,
    que el principio se decía;
    él moraba en el principio,
    y principio no tenía.
  3. El era el mismo principio;
    por eso de él carecía.
    El Verbo se llama Hijo,
    que del principio nacía;
    hale siempre concebido
    y siempre le concebía;
  4. dale siempre su sustancia,
    y siempre se la tenía.
    Y así la gloria del Hijo
    es la que en el Padre había
    y toda su gloria el Padre
  5. en el Hijo poseía.
    Como amado en el amante
    uno en otro residía,
    y aquese amor que los une
    en lo mismo convenía
  6. con el uno y con el otro
    en igualdad y valía.
    Tres Personas y un amado
    entre todos tres había,
    y un amor en todas ellas
  7. y un amante las hacía,
    y el amante es el amado
    en que cada cual vivía;
    que el ser que los tres poseen
    cada cual le poseía,
  8. y cada cual de ellos ama
    a la que este ser tenía.
    Este ser es cada una,
    y éste solo las unía
    en un inefable nudo
  9. que decir no se sabía;
    por lo cual era infinito
    el amor que las unía,
    porque un solo amor tres tienen
    que su esencia se decía;
  10. que el amor cuanto más uno,
    tanto más amor hacía.

2º De la comunicación de las tres Personas.

En aquel amor inmenso
que de los dos procedía,
palabras de gran regalo

  1. el Padre al Hijo decía,
    de tan profundo deleite,
    que nadie las entendía;
    sólo el Hijo lo gozaba,
    que es a quien pertenecía.
  2. Pero aquello que se entiende
    de esta manera decía:
    ­Nada me contenta, Hijo,
    fuera de tu compañía;
    y si algo me contenta,
  3. en ti mismo lo quería.
    El que a ti más se parece
    a mi más satisfacía,
    y el que en nada te semeja
    en mí nada hallaría.
  4. En ti solo me he agradado,
    ¡Oh vida de vida mía!.
    Eres lumbre de mi lumbre,
    eres mi sabiduría,
    figura de mi sustancia,
  5. en quien bien me complacía.
    Al que a ti te amare, Hijo,
    a mí mismo le daría,
    y el amor que yo en ti tengo
    ese mismo en él pondría,
  6. en razón de haber amado
    a quien yo tanto quería.

3º De la creación.

­Una esposa que te ame.
mi Hijo, darte quería,
que por tu valor merezca

  1. tener nuestra compañía
    y comer pan a una mesa,
    del mismo que yo comía,
    porque conozca los bienes
    que en tal Hijo yo tenía,
  2. y se congracie conmigo
    de tu gracia y lozanía.
    ­Mucho lo agradezco, Padre,
    el Hijo le respondía­;
    a la esposa que me dieres
  3. yo mi claridad daría,
    para que por ella vea
    cuánto mi Padre valía,
    y cómo el ser que poseo
    de su ser le recibía.
  4. Reclinarla he yo en mi brazo,
    y en tu ardor se abrasaría,
    y con eterno deleite
    tu bondad sublimaría.

4º Prosigue

­Hágase, pues ­dijo el Padre­,

  1. que tu amor lo merecía;
    y en este dicho que dijo,
    el mundo criado había
    palacio para la esposa
    hecho en gran sabiduría;
  2. el cual en dos aposentos,
    alto y bajo. dividía.
    El bajo de diferencias
    infinitas componía;
    mas el alto hermoseaba
  3. de admirable pedrería,
    porque conozca la esposa
    el Esposo que tenía.
    En el alto colocaba
    la angélica jerarquía;
  4. pero la natura humana
    en el bajo la ponía,
    por ser en su compostura
    algo de menor valía.
    Y aunque el ser y los lugares
  5. de esta suerte los partía,
    pero todos son un cuerpo
    de la esposa que decía;
    que el amor de un mismo Esposo
    una esposa los hacía.
  6. Los de arriba poseían
    el Esposo en alegría;
    los de abajo, en esperanza
    de fe que les infundía,
    diciéndoles que algún tiempo
  7. él los engrandecería.
    y que aquella su bajeza
    él se la levantaría
    de manera que ninguno
    ya la vituperaría;
  8. porque en todo semejante
    él a ellos se haría
    y se vendría con ellos,
    y con ellos moraría;
    y que Dios sería hombre,
  9. y que el hombre Dios sería,
    y trataría con ellos,
    comería y bebería;
    y que con ellos contino
    él mismo se quedaría,
  10. hasta que se consumase
    este siglo que corría,
    cuando se gozaran juntos
    en eterna melodía;
    porque él era la cabeza
  11. de la esposa que tenía,
    a la cual todos los miembros
    de los justos juntaría.
    que son cuerpo de la esposa,
    a la cual él tomaría
  12. en sus brazos tiernamente,
    y allí su amor la diría;
    y que, así juntos en uno,
    al Padre la llevaría,
    donde del mismo deleite
  13. que Dios goza, gozaría;
    que, como el Padre y el Hijo,
    y el que de ellos procedía
    el uno vive en el otro,
    así la esposa sería,
  14. que, dentro de Dios absorta,
    vida de Dios viviría.

5º Prosigue

Con esta buena esperanza
que de arriba les venía,
el tedio de sus trabajos

  1. más leve se les hacía;
    pero la esperanza larga
    y el deseo que crecía
    de gozarse con su Esposo
    contino les afligía;
  2. por lo cual con oraciones,
    con suspiros y agonía,
    con lágrimas y gemidos
    le rogaban noche y día
    que ya se determinase
  3. a les dar su compañía.
    Unos decían: ­¡Oh si fuese
    en mi tiempo el alegría!
    Otros: ­¡Acaba, Señor;
    al que has de enviar, envía!
  4. Otros: ­¡Oh si ya rompieses
    esos cielos, y vería
    con mis ojos que bajases,
    y mi llanto cesaría!
    ¡Regad, nubes, de lo alto,
  5. que la tierra lo pedía,
    y ábrase ya la tierra,
    que espinas nos producía,
    y produzca aquella flor
    con que ella florecería!
  6. Otros decían: ­¡Oh dichoso
    el que en tal tiempo sería,
    que merezca ver a Dios
    con los ojos que tenía,
    y tratarle con sus manos,
  7. y andar en su compañía,
    y gozar de los misterios
    que entonces ordenaría!

6º Prosigue

En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado había;

  1. pero en los postreros años
    el fervor mucho crecía,
    cuando el viejo Simeón
    en deseo se encendía,
    rogando a Dios que quisiese
  2. dejalle ver este día.
    Y así, el Espíritu Santo
    al buen viejo respondía;
    ­Que le daba su palabra
    que la muerte no vería
  3. hasta que la vida viese
    que de arriba descendía.
    y que él en sus mismas manos
    al mismo Dios tomaría,
    y le tendría en sus brazos
  4. y consigo abrazaría.

7º Prosigue la Encarnación.

Ya que el tiempo era llegado
en que hacerse convenía
el rescate de la esposa,
que en duro yugo servía

  1. debajo de aquella ley
    que Moisés dado le había,
    el Padre con amor tierno
    de esta manera decía:
    ­Ya ves, Hijo, que a tu esposa
  2. a tu imagen hecho había,
    y en lo que a ti se parece
    contigo bien convenía;
    pero difiere en la carne
    que en tu simple ser no había
  3. En los amores perfectos
    esta ley se requería:
    que se haga semejante
    el amante a quien quería;
    que la mayor semejanza
  4. más deleite contenía;
    el cual, sin duda, en tu esposa
    grandemente crecería
    si te viere semejante
    en la carne que tenía.
  5. ­Mi voluntad es la tuya
    ­el Hijo le respondía­,
    y la gloria que yo tengo
    es tu voluntad ser mía,
    y a mí me conviene, Padre,
  6. lo que tu Alteza decía,
    porque por esta manera
    tu bondad más se vería;
    veráse tu gran potencia,
    justicia y sabiduría;
  7. irélo a decir al mundo
    y noticia le daría
    de tu belleza v dulzura
    y de tu soberanía.
    Iré a buscar a mi esposa,
  8. y sobre mí tomaría
    sus fatigas y trabajos,
    en que tanto padecía;
    y porque ella vida tenga,
    yo por ella moriría,
  9. y sacándola del lago
    a ti te la volvería.

8º Prosigue

Entonces llamó a un arcángel
que san Gabriel se decía,
y enviólo a una doncella

  1. que se llamaba María,
    de cuyo consentimiento
    el misterio se hacía;
    en la cual la Trinidad
    de carne al Verbo vestía;
  2. y aunque tres hacen la obra,
    en el uno se hacía;
    y quedó el Verbo encarnado
    en el vientre de María.
    Y el que tenia sólo Padre,
  3. ya también Madre tenía,
    aunque no como cualquiera
    que de varón concebía,
    que de las entrañas de ella
    él su carne recibía;
  4. por lo cual Hijo de Dios
    y del hombre se decía.

9º Del Nacimiento.

Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado

  1. de su tálamo salía
    abrazado con su esposa,
    que en sus brazos la traía,
    al cual la graciosa Madre
    en un pesebre ponía,
  2. entre unos animales
    que a la sazón allí había.
    Los hombres decían cantares,
    los ángeles melodía,
    festejando el desposorio
  3. que entre tales dos había.
    Pero Dios en el pesebre
    allí lloraba y gemía,
    que eran joyas que la esposa
    al desposorio traía.
  4. Y la Madre estaba en pasmo
    de que tal trueque veía:
    el llanto del hombre en Dios,
    y en el hombre la alegría,
    lo cual del uno y del otro
  5. tan ajeno ser solía.

10 «Super flumina Babylonis».

Encima de las corrientes
que en Babilonia hallaba,
allí me senté llorando,
allí la tierra regaba,

  1. acordándome de ti,
    ¡Oh Sión!, a quien amaba.
    Era dulce tu memoria,
    y con ella más lloraba.
    Dejé los trajes de fiesta,
  2. los de trabajo tomaba,
    y colgué en los verdes sauces
    la música que llevaba,
    poniéndola en esperanza
    de aquello que en ti esperaba.
  3. Allí me hirió el amor,
    y el corazón me sacaba.
    Díjele que me matase,
    pues de tal suerte llagaba;
    yo me metía en su fuego,
  4. sabiendo que me abrasaba,
    disculpando al avecica
    que en el fuego se acababa.
    Estábame en mí muriendo,
    y en ti sólo respiraba,
  5. en mí por ti me moría,
    y por ti resucitaba,
    que la memoria de ti
    daba vida y la quitaba.
    Gozábanse los extraños
  6. entre quien cautivo estaba;
    preguntábanme cantares
    de lo que en Sión cantaba:
    ­Canta de Sión un himno,
    veamos cómo sonaba.
  7. ­Decid, ¿cómo en tierra ajena
    donde por Sión lloraba,
    cantaré yo la alegría
    que en Sión se me quedaba?
    Echaríala en olvido
  8. si en la ajena me gozaba.
    Con mi paladar se junte
    la lengua con que hablaba,
    si de ti yo me olvidare,
    en la tierra do moraba.
  9. ¡Sión, por los verdes ramos
    que Babilonia me daba,
    de mí se olvide mi diestra,
    que es lo que en ti más amaba,
    si de ti no me acordare,
  10. en lo que más me gozaba,
    y si yo tuviere fiesta
    y sin ti la festejaba!
    ¡Oh hija de Babilonia,
    mísera y desventurada!
  11. Bienaventurado era
    aquél en quien confiaba,
    que te ha de dar el castigo
    que de tu mano llevaba,
    y juntará sus pequeños,
  12. y a mí, porque en ti lloraba,
    a la piedra, que era Cristo,
    por el cual yo te dejaba.

11 Glosa del mismo (autor)

Sin arrimo y con arrimo.
sin luz y a oscuras viviendo,
todo me voy consumiendo.

  1. Mi alma está desasida
    de toda cosa criada,
    y sobre sí levantada,
    y en una sabrosa vida
    sólo en su Dios arrimada.
    Por eso ya se dirá
    la cosa que más estimo,
    que mi alma se ve ya
    sin arrimo y con arrimo.
  2. Y, aunque tinieblas padezco
    en esta vida mortal,
    no es tan crecido mi mal,
    porque, si de luz carezco,
    tengo vida celestial;
    porque el amor da tal vida,
    cuando más ciego va siendo,
    que tiene al alma rendida,
    sin luz y a oscuras viviendo.
  3. Hace tal obra el amor
    después que le conocí,
    que, si hay bien o mal en mí,
    todo lo hace de un sabor,
    y al alma transforma en sí;
    y así, en su llama sabrosa,
    la cual en mí estoy sintiendo,
    apriesa, sin quedar cosa,
    todo me voy consumiendo.

12 Glosa a lo divino.

Por toda la hermosura
nunca yo me perderé,
sino por un no sé qué
que se alcanza por ventura.

  1. Sabor de bien que es finito,
    lo más que puede llegar
    es cansar el apetito
    y estragar el paladar;
    y así, por toda dulzura
    nunca yo me perderé,
    sino por un no sé qué
    que se halla por ventura.
  2. El corazón generoso
    nunca cura de parar
    donde se puede pasar,
    sino en más dificultoso;
    nada le causa hartura,
    y sube tanto su fe,
    que gusta de un no sé qué
    que se halla por ventura.
  3. El que de amor adolece,
    del divino ser tocado,
    tiene el gusto tan trocado
    que a los gustos desfallece;
    como el que con calentura
    fastidia el manjar que ve,
    y apetece un no sé qué
    que se halla por ventura.
  4. No os maravilléis de aquesto
    que el gusto se quede tal,
    porque es la causa del mal
    ajena de todo el resto;
    y así toda criatura
    enajenada se ve
    y gusta de un no sé qué
    que se halla por ventura.
  5. Que estando la voluntad
    de Divinidad tocada,
    no puede quedar pagada
    sino con Divinidad;
    mas, por ser tal su hermosura
    que sólo se ve por fe,
    gústala en un no sé qué
    que se halla por ventura.
  6. Pues, de tal enamorado,
    decidme si habréis dolor,
    pues que no tiene sabor
    entre todo lo criado;
    solo, sin forma y figura,
    sin hallar arrimo y pie,
    gustando allá un no sé qué
    que se halla por ventura.
  7. No penséis que el interior,
    que es de mucha más valía,
    halla gozo y alegría
    en lo que acá da sabor;
    mas sobre toda hermosura,
    y lo que es y será y fue,
    gusta de allá un no sé qué
    que se halla por ventura.
  8. Más emplea su cuidado,
    quien se quiere aventajar.
    en lo que está por ganar
    que en lo que tiene ganado;
    y así, para más altura,
    yo siempre me inclinaré
    sobre todo a un no sé qué
    que se halla por ventura.
  9. Por lo que por el sentido
    puede acá comprehenderse
    y todo lo que entenderse,
    aunque sea muy subido,
    ni por gracia y hermosura
    yo nunca me perderé,
    sino por un no sé qué
    que se halla por ventura.

LETRILLAS

Del Verbo divino
la Virgen preñada
viene de camino:
¡si le dais posada!

14 Suma de la perfección

Olvido de lo criado,
memoria del Criador,
atención a lo interior,
y estarse amando al Amado.

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