La Biblia no menciona directamente a los dinosaurios, ni usa esa palabra, que fue acuñada en el siglo XIX por el científico Richard Owen. Sin embargo, eso no significa que la Biblia ignore o contradiga la existencia de los dinosaurios.
Al contrario, la Biblia afirma que Dios creó todas las cosas, incluyendo a los animales terrestres y marinos, y que los hizo según su género o especie (Génesis 1:20-25). Por lo tanto, los dinosaurios fueron obra de Dios, al igual que todos los demás animales.
¿Qué eran los dinosaurios?
Los dinosaurios eran un grupo diverso de animales reptiles que dominaron la Tierra durante la era Mesozoica, que abarca desde hace unos 250 millones de años hasta hace unos 65 millones de años. Los dinosaurios se caracterizaban por tener una postura erguida, es decir, que sus extremidades se sostenían debajo de su cuerpo, y no a los lados como otros reptiles. Los dinosaurios se clasifican en dos grandes grupos: los saurisquios, que tenían una pelvis similar a la de los lagartos, y los ornitisquios, que tenían una pelvis similar a la de las aves. Dentro de estos grupos, había una gran variedad de formas, tamaños, hábitos y dietas. Algunos dinosaurios eran herbívoros, otros carnívoros y otros omnívoros. Algunos eran bípedos, otros cuadrúpedos y otros podían alternar entre ambas formas de locomoción. Algunos eran pequeños, como el Compsognathus, que medía unos 60 centímetros de largo, y otros eran gigantescos, como el Argentinosaurus, que medía unos 40 metros de largo y pesaba unas 80 toneladas.
Los dinosaurios se extinguieron hace unos 65 millones de años, al final del período Cretácico, junto con muchos otros grupos de animales y plantas. Se cree que la causa principal de su extinción fue el impacto de un gran meteorito en la península de Yucatán, en México, que provocó un enorme cráter, una nube de polvo y cenizas que oscureció el cielo, y un cambio climático drástico que alteró los ecosistemas. Sin embargo, no todos los dinosaurios se extinguieron. Algunos sobrevivieron y evolucionaron hasta convertirse en las aves actuales, que son consideradas como los descendientes directos de los dinosaurios.
¿Qué dice la Biblia sobre la creación de los dinosaurios?
La Biblia no menciona directamente a los dinosaurios, pero sí dice que Dios creó todas las cosas, y que las hizo según su género o especie. En el relato de la creación, en el libro de Génesis, se describe cómo Dios creó el universo, la Tierra, la vida y el ser humano en seis días, y cómo descansó el séptimo día. En el quinto día, Dios creó a los animales marinos y a las aves, y en el sexto día, a los animales terrestres y al ser humano. La Biblia dice que Dios vio que todo lo que había hecho era bueno, y que lo bendijo (Génesis 1:20-31).
¿En qué día creó Dios a los dinosaurios? La Biblia no lo especifica, pero es posible que los haya creado en el quinto o en el sexto día, dependiendo de si eran acuáticos o terrestres. Algunos dinosaurios, como el Plesiosaurus o el Mosasaurus, eran marinos, y podrían estar incluidos en el grupo de los «grandes monstruos marinos» que menciona Génesis 1:21. Otros dinosaurios, como el Triceratops o el Tyrannosaurus, eran terrestres, y podrían estar incluidos en el grupo de las «bestias de la tierra» que menciona Génesis 1:25. En cualquier caso, los dinosaurios eran parte de la creación de Dios, y reflejaban su poder, su sabiduría y su diversidad.
¿Qué dice la Biblia sobre la convivencia de los dinosaurios y los humanos?
La Biblia no dice nada sobre la convivencia de los dinosaurios y los humanos, pero tampoco la descarta.
Algunos creen que los dinosaurios y los humanos vivieron juntos antes y después del diluvio, y que incluso algunos dinosaurios fueron llevados al arca de Noé. Otros creen que los dinosaurios se extinguieron antes de la aparición del ser humano, y que nunca llegaron a conocerse. Ambas posiciones tienen sus argumentos y sus dificultades, y no hay una respuesta definitiva.
Los que creen que los dinosaurios y los humanos convivieron se basan en algunos textos bíblicos que podrían hacer referencia a los dinosaurios, como el Behemot y el Leviatán, que se mencionan en el libro de Job. El Behemot se describe como un animal terrestre, que tiene una cola como un cedro, que come hierba como un buey, y que es la obra maestra de Dios (Job 40:15-19). El Leviatán se describe como un animal marino, que tiene escamas, dientes, fuego y humo, y que es el rey de todos los hijos de la soberbia (Job 41:1-34). Algunos piensan que estos animales podrían ser dinosaurios, como un Brachiosaurus o un Plesiosaurus, y que Job los vio con sus propios ojos. Sin embargo, otros piensan que estos animales podrían ser otros reptiles, como un hipopótamo o un cocodrilo, y que Job los usó como símbolos de la grandeza y el poder de Dios.
Los que creen que los dinosaurios y los humanos no convivieron se basan en algunas evidencias científicas que indican que los dinosaurios se extinguieron hace unos 65 millones de años, mucho antes de la aparición del ser humano, que se estima que surgió hace unos 200.000 años. Además, argumentan que no hay pruebas de que los dinosaurios hayan sobrevivido al diluvio, ni de que hayan sido llevados al arca de Noé, que tenía un espacio limitado y que debía albergar a todas las especies de animales. Sin embargo, otros cuestionan la fiabilidad de los métodos de datación que se usan para determinar la edad de los fósiles, y sugieren que podría haber una brecha temporal entre los primeros capítulos le dijo que iba a traer un diluvio sobre la Tierra, y que destruiría a todos los seres vivos, excepto a los que entraran en el arca (Génesis 6:13-17). También se basan en algunos hallazgos arqueológicos que podrían indicar que los humanos conocieron a los dinosaurios, como las pinturas rupestres, las leyendas, los relatos históricos y las figuras de arcilla que representan a animales parecidos a los dinosaurios. Sin embargo, otros cuestionan la autenticidad y la interpretación de estos hallazgos, y señalan que no hay evidencias claras y directas de que los humanos hayan visto o interactuado con los dinosaurios.
Soy Leonardo A. González, creo firmemente que todos merecen conocer la belleza y la sabiduría que se encuentran en la Biblia, y estoy comprometido en difundir ese mensaje de amor y esperanza a través de mis escritos.
